¿Adaptación o reinvención? ... Y Dafne reinició de nuevo el camino

Reinventarse

Estela Kobs



Aún cuando parece 
que el negro no es un color,
que el ocaso siempre

invoca a la tristeza,
que la vid no es vino
ni el aguardiente,
que estar en reposo 
es tirar la toalla,
que los años nos olvidan,
que el mañana no tiene ayer.
Hasta yo 
que no creo nada, se
que muchas veces 
lo que parece no es,
y lo que es no parece,
y que el azabache 
es más auténtico 
que el rubio de mi tinte,
que el ocaso llega 
cuando la meta está cerca,
que el vino no sería vino
sin la vid,
y no existiría el aguardiente,
que tirar la toalla 
es mejor 
que dejarse caer,
que frecuentemente 
olvido mis años,
o los multiplico por cien,
que el mañana es el presente 
donde uno puede reinventarse
las versiones fallidas
de ayer.

La veo salir del bar y sentarse en la acera. Rebusca en el bolso con el gesto antiguo, casi olvidado, del que busca un cigarrillo que calme un poco la ansiedad, pero recuerda al instante que hace casi diez años que dejó de fumar.

Hoy hace calor, más que calor, ese bochorno insoportable de Barcelona en verano. Nada nos quitará la sensación de ser pegajosos y de tener encharcada el alma.

Dafne se concentra esperando las lágrimas que no llegan. Está seca. Hoy, al amanecer, Arturo se ha ido, sin hacer ruido, sin despertarla ha echado a volar de nuevo. En la mano que tiembla, se agita la nota que ha dejado en la cocina, entre los limones que sabe que Dafne exprimirá en el desayuno.

Aún no se ha atrevido a leerla; el corazón golpea tan rápido que le es imposible fijar la mirada pero se pasa la mano por el cabello gris, toma aire y lee:

"Mi dulce niña, tierna como un gorrión, sabia como las lechuzas, fuerte como las águilas, hermosa como las cigüeñas... qué hermoso viaje, qué espléndido periplo por tierras desconocidas y finalmente conquistadas, qué placer construir contigo un nido y acurrucarnos los dos para pasar calentitos el resto de los días. ¡Pero... tengo que partir... nos queda tan poco tiempo...! Quiero poner a tus pies mis próximas conquistas: Necesito volar hacia el Sur, a lugares en los que todavía reside la inocencia. A rincones donde tener experiencia no sea motivo de mofa y desprecio y quieran oír mis historias alrededor de un fuego iluminador. Un lugar donde no tenga que agachar la cabeza para afirmar temeroso que seré obediente, que no pensaré, ni imaginaré un mundo mejor a cambio de un mísero sueldo, donde esconderé lo que sé y lo que ignoro para acercarme a las máquinas que en breve nos sustituirán... Sabes que te quiero y que volveré para celebrar nuestra vuelta común a la infancia. Ya te extraño... Arturo"

Breve, poético... él. Dafne dobla con un cuidado infinito la hoja de la despedida, exhala un suspiro y vuelve al bar. En su rostro se marca el dolor y la determinación. No se esconderá esta vez, no se encerrará en el nido perfecto que Arturo y ella construyeron para irse aproximando a la vejez. Se pondrá el mundo por montera y, de nuevo, otra vez, saldrá a comerse el mundo.

Esta vez la fuerza viene de dentro, para reencontrarse con Arturo debe iniciar un nuevo viaje sola, un viaje interior que dé respuesta a las preguntas eternas. Esta vez no necesita la mano de nadie, esta vez saldrá al camino con la fortaleza que proporcionan los palos recibidos, los temores superados, las soledades gozosas. Esta vez volverá a renacer como tantas otras veces...

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